En nuestras relaciones —de pareja, familiares, laborales o de amistad— no solemos fallar por falta de buenas intenciones, sino por falta de presencia. Respondemos en piloto automático, interpretamos más de lo que escuchamos, reaccionamos antes de comprender y cruzamos límites sin darnos cuenta. El mindfulness aplicado a los vínculos no consiste en “ser zen”, sino en entrenar una forma distinta de estar con el otro: más consciente, más calmada y más humana.
Si te apetece explorar sobre este tema, como cada semana lo haremos a través de :
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